miércoles, 5 de agosto de 2009

REFERENCIAS. Carta a los Italianos. Jacques Lacan.


REFERENCIAS

1974-04-00

carta de jacques lacan a tres psicoanalistas italianos : el trípode

Esta carta de Jacques Lacan fué dirigida en abril de 1974 a tres psicoanalistas italianos : Verdiglione, Contri y Drazien. Aparece en Spirales, 1981, n° 9, p. 60.

(60)Tal como se presenta el grupo italiano en eso que por él es trípode. Eso puede bastar para hacer que uno se asiente allí.

Para realizar la sede del discurso psicoanalítico, es hora de probarlo: el uso zanjará de su equilibrio.

Qué piense – « con sus pies » – es lo que está al alcance del ser hablante en cuanto dé vagidos.

Aún haremos bien al considerar como establecido, el punto presente, que voz pro o en contra es lo que decide sobre la preponderancia del pensamiento si los pies marcan el tiempo de la discordia.

Les sugiero partir de esto de lo que debí hacer refundición de otro grupo, especialmente de la E.F.P.

El analista llamado de Escuela, A.E., en adelante se recluta allí al someterse a la prueba llamada del pase a la que no obstante nada lo obliga, puesto que también la Escuela delega a algunos que no se ofrecen a ello, el título de analista miembro de la Escuela, A.M.E.

El grupo italiano, si quiere escucharme, se atendrá a nombrar a los que allí postularon su entrada sobre el principio del pase, tomando el riesgo de que allí no lo tenga.

Este principio es el siguiente, que dije en estos términos.

El analista no se autoriza sino de él mismo, eso es evidente. Poco le importa una garantía que mi Escuela le da sin duda bajo la cifra irónica de A.M.E. No es con esto que opera. El grupo italiano no está en condiciones de proveer esta garantía.

Lo que tiene que velar, es que al autorizarse de él mismo no haya sino del analista.

Porque mi tesis, que inaugura con romperse con la práctica porque pretendidas Sociedades hacen del análisis un agregado, no implica sin embargo que cualquiera sea analista.

Porque en lo que enuncia, es del analista que se trata. Supone que hubiera.

Autorizarse no es « auto-ri (tuali)ser » [nt. 1].

Porque apoyo de otra parte que es del no-todo que depende el analista.

No todo ser hablante sabría autorizarse para hacer un analista. En prueba que el análisis es para ello necesario, aunque no es suficiente.

Únicamente el analista, o sea no cualquiera, no se autoriza sino de él mismo.

Hay, ahora es hecho: pero es de lo que funcionan. Esta función no vuelve probable la ex-sistencia del analista. Probabilidad suficiente para garantizar que hubiera: que las posibilidades sean grandes para cada uno, las deja totalmente insuficientes.

Si conviniera no obstante no funcionar sino analistas, tomarlo por finalidad sería digno del trípode italiano.

Para esto hay que (es de donde resulta que haya esperado para abrirla), hay para ello que tener en cuenta lo Real. O sea lo que resurge de nuestra experiencia del saber.

Hay del saber en lo real. Aunque este, no sea el analista, sino el científico que va a alojarlo.

El analista aloja otro saber, otro lugar pero que del saber en lo real debe tener en cuenta. El científico produce el saber, la apariencia de hacerse el sujeto. Condición necesaria pero no suficiente. Si no seduce al amo en él velando que ahí está su ruina, ese saber quedará enterrado como lo estuvo durante veinte siglos en que el científico se creyó sujeto, pero solamente de disertación más o menos elocuente.

No vuelvo a esto tan conocido sino para recordar que el analista depende de esto, pero que para él, igualmente, eso no es suficiente.

Hacía falta que a esto se agregara el clamor de una pretendida humanidad para la que el saber no está hecho puesto que no lo desea.

No hay del analista sino en eso que ese deseo le venga, o sea que ya por ahí sea el desecho de la tal (humanidad).

Digo ya: está ahí la condición en la cual por cualquier lado de sus aventuras, el analista debe portar la marca. Toca a sus congéneres « saber » encontrarla. Salta a los ojos que esto supone otro saber de antes elaborado, en el que el saber científico dio el modelo y porta la responsabilidad. Es esto mismo que le imputo, de haber en los desechos de la docta ignorancia, transmitido un deseo inédito. Que se trata de verificar: para hacer del analista. Sea como sea de lo que la ciencia debe a la estructura histérica, la novela de Freud, esos son sus amores con la verdad.

O sea el modelo del que el analista, si hay del uno, representa la caída, el desecho dije, pero no cualquiera.

Creer que la ciencia es verdad bajo el pretexto que es transmisible (matemáticamente) es una idea propiamente delirante que cada uno de sus pasos refuta rechazando a las viejas lunas [nt.2] una primera formulación. No hay a causa de este hecho ningún progreso que sea notable por falta de saber al respecto su continuación. Solo hay descubrimiento de un saber en lo real. Orden que nada tiene que ver con lo imaginado antes de la ciencia, pero que ninguna razón asegura ser un bon heur [nt. 3]

El analista, si se criba con el desecho que dije, es por haberse dado cuenta que la humanidad se sitúa como bon heur [nt. 3] (es donde está inmersa: para ella no hay sino bon heur [nt. 3] y es en lo que debe haber cercado la causa de su horror de su propia, desligada, del de todos, horror de saber.

Desde entonces sabe ser un desecho. Es lo que el análisis debió hacer sentir al menos. Si no es llevado al entusiasmo, pudo haber allí análisis, pero ninguna posibilidad de analista. Es lo que mi « pase », de fresca data, ilustra a menudo: bastante para que los pasadores se deshonren allí al dejar la cosa incierta, a falta de la que el caso cae bajo el golpe de una declinación pulida de su candidatura.

Eso tendrá otro alcance en el grupo italiano, si me sigue en este asunto. Porque en la Escuela de Paris, no hay caso por eso. El analista no se autoriza sino de él mismo, su falta pasa a los pasadores y, la sesión continúa, para el bon heur [nt. 3] general, teñido no obstante de depresión. Lo que el grupo italiano ganaría con seguirme, es un poco más seriedades que lo que alcanzo con mi prudencia. Es preciso que para ello tome un riesgo. Articulo ahora las cosas para las gentes que me escuchan.

Hay un objeto (a). Ex – siste ahora, de lo que lo haya construido. Supongo que se conocen las cuatro sustancias episódicas, que se sabe para qué sirve, envolverse en la pulsión para que cada uno se apunte al corazón y no alcanzando más que un tiro que lo falla.

Eso hace soporte a las realizaciones más efectivas, – y también a las realidades más atractivas. Si es el fruto del análisis, reenvía a dicho sujeto a sus queridos estudios. Adornará con algunos jarros suplementarios el patrimonio considerado constituir el buen humor de Dios. Que se guste creer, o que eso rebela, es el mismo costo para el árbol genealógico de donde subsiste lo inconsciente.

El « ga(r)s ou la garce » [nt.4] en cuestión hacen ahí parada adecuada.

Que no se autorice como analista, porque no tendrá nunca el tiempo para contribuir al saber, sin lo que no hay posibilidad que el análisis continúe siendo buscado por el mercado, o sea: que el grupo italiano no sea consagrado a la extinción.

El saber en juego, emití el principio como del punto ideal que todo permite suponer cuando se tiene el sentido del depurar: es que no hay relación sexual, por relación entiendo, que puede ponerse en escritura.

Inútil a partir de ahí, tratar, se me dirá, por cierto no ustedes, pero si sus candidatos, son uno más para rechiflar, por no tener posibilidad de contribuir al saber sin lo cual ustedes se extinguirán.

Sin tratar de escribir esta relación, no hay modo en efecto de llegar a lo que he, al mismo tiempo postulado su inex-sistencia, propuesto como una finalidad por donde el psicoanálisis se igualaría a la ciencia: a saber demostrar que esa relación es imposible de escribir, o sea que es en esto que no es de afirmar pero tampoco es refutable: a título de la verdad.

Con, por consecuencia que, no hay verdad que pueda ser toda dicha, incluso esta, puesto que esta no se la dice ni poco ni mucho. La verdad no sirve sino para dar lugar donde se denuncia este saber.

Pero este saber no es nada. Porque de lo que se trata, es que accediendo a lo real, lo determina todo tanto como al saber de la ciencia.

Naturalmente este saber no está en absoluto cocido. Hay que inventarlo.

Ni más ni menos, no descubrirlo porque la verdad no es ahí más que leña, digo bien: la verdad tal como procede de la f… trerie (ortografía a comentar, no es la f… terie).

El saber por Freud designado como lo inconsciente, es lo que inventa el humus humano para su perennidad de una generación a otra, y ahora que se lo ha inventoriado[nt. 6], se sabe que eso da prueba de una loca falta de imaginación.

No se lo puede escuchar sino bajo beneficio de inventario : o sea dejar en suspenso la imaginación que ahí es corte, y poner en contribución lo simbólico y lo real que aquí lo imaginario anuda (es por lo que no se lo puede dejar caer) e intentar, a partir de ellos, que cuando menos hicieron sus pruebas en el saber, aumentar los recursos gracias a esta molesta relación, se llegaría a pasar sin ella para hacer el amor más digno que la abundancia de habladuría, que constituye en este día – sicut palea, decía el St Thomas al final de su vida de monje. Encuéntrame un analista de esta talla, que ramificaría el truco en otra cosa que en el órganon esbozado.

Concluyo: el rol de los pasadores, es el trípode mismo que le asegurará hasta nuevo orden porque el grupo no tiene sino estos tres pies.

Todo debe girar alrededor de los escritos por aparecer.

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Notas de traducción

[1] nt1.« auto-ri (tuali)ser » , autoritualizarse, realizarse, ritual, en todo caso termina en ser, no es del ser que se trata, ni de ritual alguno, el autorizarse.

[2] nt2. « aux vieilles lunes : idées dépassées, périmées ». Literalmente, viejas lunas, o delirios antiguos, es decir: ideas superadas y obsoletas. Entiendo que Lacan quiere decir, que la ciencia justamente, rechaza las ideas primeras, aquellas de donde partió, y al rechazarlas, delira. Así mismo, esta frase diría, según mi lectura, al rechazar aquello que en tanto que sujetos, de primeras viene a la mente, (lo que significa rechazar la asociación libre, y con ello lo inconsciente y su lógica) se rechaza al sujeto y en esto, se delira.

[3] nt3. Bon heur. La expresión francesa para felicidad, bienestar es, bonheur, la separación en bon-heur es un neologismo con el que algo se transmitiría ahí, toca al lector deducirlo. Por mi parte asocio por el momento, en especial por lo que sigue en el texto, horror. Bonhorror, bono-horror. Bonhonor, deshonra.

[4] nt4. « Le ga(r)s ou la garce », El muchacho o la muchacha, en francés se dice garçon al muchacho, la ç suena como ss, la muchacha se dice “fille”, aquí Lacan al hablar para los italianos, hace el juego entre garçon (pronunciado garsso y garce (nosotros diríamos garza), pero resulta que en francés garce, significa zorra, perra. Con lo que enseguida menciona del macho y la hembra la parada. Le toca al lector descubrir-se ahí…

[5] nt5. F...trerie, f...terie. no es de la f…terie, es de la f…trerie.

[6] nt6. Inventer, inventar, inventario. Inventarie. Por eso dejo traducido este termino inventarie, como inventoriado. Que suena además a toro, torificar.


de ustedes,
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CART(ELM) virtuel
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nota: esta traducción, por supuesto, será revisada todas las veces que sea necesario, utilícela como un aporte a su trabajo, es decir, como un texto para comenzar y no como una hechura ya dada, pues no lo es. Creo que es uno de los textos entre los que he traducido, de los más dificiles!.
otra traducción la encuentra usted, en la EOL de argentina, es interesante, porque se lee más aún, ese juego de significantes, sentar, asentar, asentarse, dejar como establecido.... y el foutre de la f....trerie...!
saludos,
margarita mosquera
psicoanalista lacaniana.
57/3168255369
medellín, colombia

ESCUELA: Textos de fundación. 1997. La escuela Lacaniana de Montreal nació.


La escuela Lacaniana de Montreal nació

Jean-Paul Gilson

La escuela lacaniana de Montral[1] será.

El futuro en nuestra lengua posee en efecto, esa particularidad imperativa que lo acerca tanto más del presente cuanto más se aleja de lo posible que connota comúnmente.

Será: porque la fuerza conjugada de algunos deseos propulsó un proyecto en la vía de su realización. Se para de soñar, ahí tienes el despertar.

Algunos, ya querrían volver a cerrar los ojos y envolverse con una dignidad que pretenden ética. Que persigan su ensueño y tanto peor por lo Real que debe despertarlos brutalmente.

Trabajadores, decididos y entusiastas de la buena manera, “cientos de veces sobre el oficio volvieron a poner su obra”. Una historia se escribe diferentemente.

Heno de pretendidas filiaciones del Padre Freud con el Padre Mailloux con la que se machacan la orejas para evitarse tomar acta de una procrastinación que arregla las capillas.

La historia hoy en día no se escribe ya más con la ayuda de pontífices que escanden los acontecimientos con piedras blancas donde sobretodo sus nombres quedarán gravados; otro planteamiento tiene curso que se apoya en la esperanza de que se funde una escuela sobre otra cosa que las tumbas de los padres muertos.

A este respecto, el desvío del número de nuestros Cahiers que debía ser consagrado a François Péraldi es el deplorable síntoma que testimonia de las adherencias mórbidas aún de nuestros colegas, a una psicología del afecto que se da aires de psicoanálisis. Que se vea entonces en las sentidas prórrogas y las lamentaciones desengañadas sobre Quebec un fin de análisis que termina más bien que una deficiencia filogenética de la bella Provincia.

No lugar para el psicoanálisis en Quebec se proponía decir alguna sacerdotisa supuesta ¡pionera! Del entusiasmo en el acto, un paso debe ser dado por aquellos, resignados y derrotistas, que “La carta a los italianos” [2] reenvía a sus costosos estudios.

Ciertamente no poseemos “trípode” [3] experimentado para apoyar nuestro paso. Una temporalidad sin embargo nos sostiene, diferente de la planeación cronológica de los humores individuales. Nuestros trabajos y nuestros encuentros preliminares han producido, luego de la carta de envío, la escritura de dos momentos fundadores: un trípode inesperado y un anudado muy consistente. Una primera política de un campo social emerge, propia para una escuela de psicoanálisis.

La trenza– analizante - analista - no-analista – puede redoblar en el campo social una tripleta en extensión esta vez; enseñanza, publicación, cartel.

En suma, esta presentación nos permite volver isomorfo el trabajo de la cura y el de su extensión en la cultura. Sabemos que Lacan proponía esta distinción: intensión para el discurso privado del analizante y extensión para su “ciencia a constituir”.

Hemos pensado entonces que la estructura redoblada del nudo Borromeo podía dar cuenta de esta articulación bajo las nominaciones siguientes: cura-clínica-topología (intensión), redoblada en la tripleta: cartel, enseñanza y correo-publicaciones (extensión).

Esta sextilla [nt.1] borromeana es una trenza de seis que necesita dos cortes para disolverse. El colectivo, lazo social, el grupo posee dicho de otro modo una diferencia de talla respecto del anudado subjetivo el cual se desanuda con un solo corte.

Esta primera localización permite entonces la construcción[4] de otro nudo que, bajo el primado ectópico de la topología, presentaba una postura en continuidad de las consistencias y campos de nominaciones. Si no se encuentra allí la topología como tal, es porque ella se identifica con el plano en el cual está inmersa esta presentación. Dejaremos a nuestros dos amigos (as) el cuidado de presentar su trabajo en el próximo número de Cahiers.

Anotaremos no obstante que con estas dos presentaciones nodales que se deducen una de la otra (como nuestros amigos lo mostraron), la constitución de un grupo específicamente analítico encuentra un soporte topológico que es propio de la cosa psicoanalítica. Esto quiere decir que el modo de fundación, de organización y de interdependencia de la escuela futura se apoya en una estructura original inaplicable a los otros tipos de sociedades humanas porque es específica del discurso analítico...hasta que se demuestre lo contrario!

Estos dos primeros tiempos de elaboración de nuestra escuela que llaman a un tercero cuya forma topológica no es inscribible por adelantado, porque es el acto mismo de creación que hace existir a esta escuela.

A menudo las causas de nuestros actos nos parecen oscuros y no nos limitamos sino a observar las razones más o menos difusas, dejando a una impulsión inanalizada e indomeñada (en todo caso fuera de significante comprobado) la tarea de un paso decisivo – cuando no es del salto en el vacío – de hacer surgir el ser a partir de la nada. En nuestro conocimiento, por primera vez, una escuela de psicoanálisis va a nacer de lo que la genera en la estructura misma y el acto que la da a luz no tiene igual aquí sino a las manipulaciones topológicas que anularían la susodicha estructura nodal. O sea lo que hemos llamado corte y homotopía.

El foro así proyectado, y previsto para el otoño, se debe de tomar como acto de la cosa y como dar consistencia imaginaria a este pacto simbólico que pasaremos entre nosotros en esta fecha.

Todo el trabajo queda por hacer sobre las bases específicas que acabamos de esbozar y cada uno, sin ninguna exclusión, se encuentra convidado a participar en esta empresa.

La escuela Lacaniana de Montreal nació


Notas pié de página

[1] “Es”, puesto que ya está matriculada en las escribanías y archivos de un tribunal.

[2] Ver la “Carta a los Italianos”. De Lacan

[3] Existían tres grupos italianos que cortejaban a Lacan.

[4] Trabajo de G.R. Saint Arnaud y J. Bellavance a partir del nudo llamado “de Lacan”.


Notas de traducción.

[1] nt. Sizaine, Sixaine. Sextilla de un poema cuyas estrofas están compuestas por seis versos, o de un paquete que contiene seis juegos de cartas. Según los diccionarios, Universal francés-español, y, Littré.


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